“He escrito y escribo movido por impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huir de mí, por amor
a la vida y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme
unos centavos, para preservar el gesto de una persona amada y para
conversar con un desconocido, por deseo de perfección y para
desahogarme, para detener el instante y para echarlo a volar”.