lunes, 1 de octubre de 2012

CLAROSCURO



 Es Clara la oscura habitante de la noche. Ojos relampagueantes henchidos de sombras, pelo azabache con miles de chispas estañadas.  Un traje de opaco cuero enfunda su elástico cuerpo marfil.  Puta más buena que santa, reina y albergue de todo lo que sea débil: gatos desmadrados, perros cuentacostillas, niñas con ínfulas caídas en alcantarilla, niños con tisis en el tufo. 
Es el Negro el clarividente de destinos ajenos.  Los suyos ejecutan la vida de los caídos en desgracia metal en mano.  Exige como dádiva de la corte callejera de infelices luciérnagas a su santa.  La negativa implica desgracia, hojas cortadoras de rostros hundidas en el vientre y la calle teñida de rojo desamparo.
Es el Choco un retinto compañero predilecto de la caminera de la noche.  Despacha papelinas cuadriculadas de estuco, brotes verdes de ausente humedad,  sueños circulares, espejismos inhalables. Escucha la sentencia.  Cierra los puños, decide, urde.
Es la noche acordada para el pago impuesto.  La banda sonora con relumbrantes tambores humedece al tirano de blanco llevando del brazo a jalones a la arisca y burlona prenda. En el cuarto comienza el ritual violento. Tirada por el piso tela blanca sobre rasgado cuero.   Blanco sobre negro, negro sobre blanco. Un crujido que se confunde con los del catre. Sordos sonidos de un puñal hundidos en sucesión en la carne oscura.  Clara bañada en rojo.

cECI mARTÍNEZ

De un poeta


jueves, 7 de junio de 2012

NUBES DE PALABRAS




















 
Estas nubes de palabras las hice usando las palabras de dos de mis poemas favoritos, ustedes pueden usar las palabras que más les gusten, los reto a hacerlo. Un enlace que sirve para este fin entre muchos es:
http://www.tagxedo.com/app.html
A ver si me envían sus creaciones.

domingo, 27 de mayo de 2012

EL POZO VERBAL

Óscar Cerruto

Nada se sabe
pero las palabras
se conjuran
hostiles
chillan y se acuchillan
saltan en el aire
lo infestan
movilizan llamaradas
como ráfaga de toros
como tizones vivos
que caldean
la pedana del escándalo.

Una sola palabra
la no pronunciada
porque en ella está
inscrita
la dispersión de lo que amas.

Las palabras te ensalzan
te festejan
te miman
te enjoyan
te besan las manos
luego te muerden.

Las palabras te encumbran
te glorifican
te esmaltan con azúcares
te visten de luz
te visten de flores
luego te escupen.

Las palabras te calzan de oro
te coronan con laureles
te reverencian
te abruman de lisonjas
luego te lapidan.

Las palabras te santifican
te cantan alabanzas
te levantan en el aire
¡qué alto vas!
luego te entierran.

domingo, 13 de mayo de 2012

ROMANCE SONÁMBULO


Federico García Lorca


Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre el mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera flota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por donde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.


Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No veis la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre resuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo.
Ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento verde ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

lunes, 30 de abril de 2012

PARA POETAS

TIEMPO SIN TIEMPO

Mario Benedetti

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

jueves, 26 de abril de 2012

martes, 24 de abril de 2012

VEN, VEN TÚ


Vicente Aleixandre

Allá donde el mar no golpea,
donde la tristeza sacude su melena de vidrio,
donde el aliento suavemente espirado
no es una mariposa de metal, sino un aire.

Un aire blando y suave
donde las palabras se murmuran como a un oído.
Donde resuenan unas débiles plumas
que en la oreja rosada son el amor que insiste.

¿Quién me quiere? ¿Quién dice que el amor es un hacha doblada,
un cansancio que parte por la cintura el cuerpo,
un arco doloroso por donde pasa la luz
ligeramente sin tocar nunca a nadie?

Los árboles del bosque cantan como si fueran aves.
Un brazo inmenso abarca la selva como una cintura.
Un pájaro dorado por la luz que no acaba
busca siempre unos labios por donde huir de su cárcel.

Pero el mar no golpea como un corazón,
ni el vidrio o cabellera de una lejana piedra
hace más que asumir todo el brillo del sol sin devolverlo.
Ni los peces innumerables que pueblan otros cielos
son más que las lentísimas aguas de una pupila remota.

Entonces este bosque, esta mota de sangre,
este pájaro que se escapa de un pecho,
este aliento que sale de unos labios entreabiertos,
esta pareja de mariposas que en algún punto va a amarse...

Esta oreja que próxima escucha mis palabras,
esta carne que amo con mis besos de aire,
este cuero que estrecho como si fuera un nombre,
esta lluvia que cae sobre mi cuerpo extenso,
este frescor de un cielo en el que unos dientes sonríen,
en el que unos brazos se alargan, en que un sol amanece,
en que una música total canta invadiéndolo todo,
mientras el cartón, las cuerdas, las falsas telas,
la dolorosa arpillera, el mundo rechazado,
se retira como un mar que muge sin destino.

sábado, 21 de abril de 2012

MASA


César Vallejo


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

miércoles, 18 de abril de 2012

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

César Pavese

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.